Lo que ocurrió en Alpura no fue una protesta, fue un intento de imposición sindical con fines personales En el sindicalismo auténtico, la representación surge del consenso, no de la imposición. Lo que Isaías González y la CROC intentaron el 8 de julio en Alpura dista mucho de esa legitimidad: fue un paro sin consulta,
Lo que ocurrió en Alpura no fue una protesta, fue un intento de imposición sindical con fines personales
En el sindicalismo auténtico, la representación surge del consenso, no de la imposición. Lo que Isaías González y la CROC intentaron el 8 de julio en Alpura dista mucho de esa legitimidad: fue un paro sin consulta, sin diálogo y sin demandas claras, impulsado por operadores externos.
El objetivo no era defender derechos laborales, sino ganar control político dentro de una planta que históricamente ha vivido en paz laboral. El método: detener operaciones, paralizar distribución y forzar el caos para luego presentarse como la solución.
Esta no es una estrategia nueva. La CROC ha repetido este patrón en otros sectores: presión, desinformación y ruptura del diálogo. Lo que cambia es el costo: en Alpura, son cientos de familias las que podrían perder su estabilidad por una ambición ajena. La empresa, por su parte, ha optado por mantener el cauce institucional. Pero no puede negociar con quien no representa a nadie. La pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo se permitirá que el chantaje suplante a la verdadera representación obrera?
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