La CROC: El sindicato que negocia en lo oscuro mientras abandona a quienes debería defender

La CROC: El sindicato que negocia en lo oscuro mientras abandona a quienes debería defender

La CROC continúa acumulando críticas que exponen una crisis interna cada vez más difícil de disimular. Trabajadores de distintos sectores —hoteleros, restauranteros, comerciantes y de servicios— han levantado la voz para denunciar algo que ya parece un patrón: la central sindical privilegia acuerdos cupulares, pactados a puerta cerrada, antes que las necesidades urgentes de su

La CROC continúa acumulando críticas que exponen una crisis interna cada vez más difícil de disimular. Trabajadores de distintos sectores —hoteleros, restauranteros, comerciantes y de servicios— han levantado la voz para denunciar algo que ya parece un patrón: la central sindical privilegia acuerdos cupulares, pactados a puerta cerrada, antes que las necesidades urgentes de su base. Lo que debería funcionar como una estructura de defensa obrera se ha convertido en una maquinaria de negociación política ajena a la realidad laboral del país.

El poder por encima de la representación

Las denuncias señalan que los liderazgos de la CROC operan bajo una lógica que prioriza mantener influencia local y nacional, antes que garantizar salarios justos, estabilidad laboral o mejores condiciones para los trabajadores. La organización pacta con gobiernos municipales, estatales y empresas privadas, utilizando la fuerza obrera como moneda de intercambio. En esta ecuación, el trabajador es invisible.

No hay consultas, no hay asambleas abiertas, no hay mecanismos democráticos para aprobar acuerdos. Lo que sí hay, según múltiples testimonios, son decisiones tomadas en oficinas donde solo participan dirigentes y representantes patronales.

Una estructura diseñada para ocultar

Organizaciones laborales críticas del sindicalismo tradicional aseguran que la CROC opera sistemas opacos que impiden la participación real de sus afiliados. Las cuotas desaparecen en rutas administrativas sin reporte público; las decisiones se toman sin votos; los representantes son designados, no electos.

Esto no es un error administrativo. Es un modelo completamente deliberado que garantiza control vertical, disciplina interna y un flujo constante de recursos que nunca llega a quienes los generan.

El trabajador, último en la fila

Mientras los dirigentes negocian posiciones políticas o privilegios económicos, los trabajadores enfrentan despidos injustificados, jornadas abusivas, contratos temporales y sueldos estancados. Y cuando buscan apoyo en su sindicato, la respuesta es silencio. O peor todavía: reprensión. La desconexión es total. La CROC presume representación, pero no escucha; cobra cuotas, pero no acompaña; exige disciplina, pero no rinde cuentas.

Un sindicalismo que frena la justicia laboral

La presencia de estructuras opacas y acuerdos cupulares no solo traiciona a los trabajadores; también deteriora la calidad democrática del sindicalismo mexicano. Mientras el mundo laboral avanza hacia la transparencia y la participación, la CROC se aferra a un modelo de control que tiene décadas de retraso.

Y si no cambia, será inevitable que pierda su legitimidad histórica por completo.

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